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La escritura y el dibujo fueron los primeros territorios expresivos que exploré, les tengo ese amor que solemos guardarle a las primeras experiencias felices de la vida. La escritura es ése lugar dónde aprendo a jugar, fluir, alivianar el cuerpo, conectar con lo lúdico y creativo. Al mismo tiempo, poner en palabras me ordena; verlas y sentir que las puedo tocar, sentir el trazo del papel, calcular la presión, volver a leer los escritos viejos, darle cuerpo y materia a las ideas, palparlas y otorgarles un destino. Escribir es una forma de hacer puente con mi propia palabra y descubrir la influencia del cuerpo cíclico en ese proceso es revelador. En este escrito, quiero compartirles unas pequeñas reflexiones en torno a esa experiencia, vinculando proceso creativo y ciclicidad.

El proceso creativo al igual que la ciclicidad es circular, fluctuante, diverso y complejo; cada recorrido implica escribir una nueva historia, germinar una nueva posibilidad. La ovulación y pre ovulación suelen ser los momentos del ciclo más ligados a la creatividad, multiplicidad, inspiración, movimiento, energía hacia el afuera y el mundo. Por su parte, lo menstrual y premenstrual suele invocar una necesidad de pausa y deseo de estar en silencio, y a veces a partir de allí se gestan decisiones ligadas a elegir continuar o no con una idea o proyecto, qué germinar y anclar a tierra y que dejar para después.

Ciclicidad y proceso creativo implica desde mi perspectiva, emancipación, resistencia, potencia y configuran una contracara a los mandatos. Es siempre una nueva posibilidad, un espacio donde apostar a lo singular y transformarlo (tal vez) en una forma de resistir.

Catalina Ramirez

Psicóloga feminista, emprendedora creativa. Disfruta de conectar con la naturaleza, el cuerpo y sus ciclos. Leer, escribir, hacer bocetos y estar en contacto con lo artesanal y autogestivo. Tiene un emprendimiento de salud menstrual integral llamado @cuerpa.salud.

Paola Lucero Antonietti – También Cósmica / pla (o viceversa) –

Flor de la red flordelunar, arquitecta, ilustradora, docente, cósmica. Nacida el 2 de setiembre de 1979 en Córdoba Capital.Realiza diseños cósmicos en distintos soportes y formatos:  ilustraciones, mosaico fanzines. Arquitecta que pone su mirada en la ciudad y el habitar de la ciudad, haciendo foco en el diseño participativo y colectivo Es docente del secundario en donde aprende mucho de los chicos y las chicas. / Desarrolla talleres con niños y grandes en donde la creatividad es el motor de las producciones. Y juega.

Contacto: lapaocosmika@gmail.com / Facebook: Cósmica / PLA / Instagram: Cosmica.pla

Infinito
cambio de era
cambio de piel

       

Federica Jachymiak Nacida en Córdoba Capital. Estudió Artes visuales en la UNC. Gusta de crear individual y grupalmente, jugando a entrelazar las artes. Guardiana de semillas libres, amor por las plantas, las diversidades y la bici.

Instagram: @fedenbici

les que miran en el cielo dicen 

que convergen nuevas redes 

tejidas en nosotres

con nosotres

pelitos de Gaia

manos para ser abiertas 

mente de entender lo amplio

lo sutil

razón de la luz

cueritos al sol

entramados cósmicos

estructura de todo lo que vive

y en esas tramas el amor

es disruptivo

comunitario

ecológico

el amor

telepatía

innovación

mudanza

respeto

revolución

canal

no digo fuera del amor qué

lo que me importa abriga

en la tierra compañera hermana madre

aire para que la voz expanda en el deseo

complementariedad y goce

C.

Camila García Reyna nació el 27 abril de 1987 y es cordobesa criada en Cruz del Eje y Arroyito.

Escribe sobre todo poesía. Juega y por eso publica libros y recita y lee, y participa de puestas teatrales y musicales, y coordina talleres de escritura y lectura para niñes y grandes. Es Licenciada en Letras Modernas y apasionada por el mate y la comida deliciosa. Es un poco solemne, una pena, pero como se lo permite también se divierte con eso.

En este espacio de amor habrá una porción de poesía que es una forma de aprender la paz, de reconocerse, de recordarse, de entregarse, de compartirse siendo. Un deseo de encontrarse en las hermanas, de respetarse, de estarse queriendo, de respirar lo que elegimos, confiadamente, un poco más alegres cada vez.

Paola Lucero Antonietti – También Cósmica / pla (o viceversa) –

Flor de la red flordelunar, arquitecta, ilustradora, docente, cósmica. Nacida el 2 de setiembre de 1979 en Córdoba Capital.Realiza diseños cósmicos en distintos soportes y formatos:  ilustraciones, mosaico fanzines. Arquitecta que pone su mirada en la ciudad y el habitar de la ciudad, haciendo foco en el diseño participativo y colectivo Es docente del secundario en donde aprende mucho de los chicos y las chicas. / Desarrolla talleres con niños y grandes en donde la creatividad es el motor de las producciones. Y juega.

Contacto: lapaocosmika@gmail.com / Facebook: Cósmica / PLA / Instagram: Cosmica.pla

Hace tiempo encontré tu retrato en una caja

junto a otras fotos, dentro de un armario en la casa de mis abueles.

En el dorso, el sello del estudio de foto indica un lugar

Goya, Corrientes. 


Desconozco tu nombre y qué lugar ocupas en el árbol familiar

ya no están quienes podrían darme esa información,

pero una parte de mí te reconoce

como mi ancestra

y te imagina con los saberes de una bruja.


Bruja de manos verdes

que sabe los nombres y propiedades de las plantas

que la convoca el fuego y la guía la luna, en su vida y en su siembra 

que fuma en pipa mientras lava la ropa en el río.


Esa parte de mí también imagina que quizás

fuiste la madre de Emilia,

mi tátara tátara abuela

mujer originaria que habitaba Ojo de Agua, Santiago del Estero.


Las convoco 

a todas las brujas que me anteceden

cuando me trenzo el cabello

cuando mis manos tocan la tierra

cada vez que siembro, transplanto, cosecho

cuando observo una planta de la que aún no se el nombre

cuando inicio un fuego que mantiene vivo al ritual del aquelarre

las hago presente a ellas y a sus saberes

me acompañan las brujas de manos verdes.


Federica Jachymiak Nacida en Córdoba Capital. Estudió Artes visuales en la UNC. Gusta de crear, jugando a entrelazar las artes. Guardiana de semillas libres, amor por las plantas, las diversidades y la bici.

Contacto: Instagram: @fedenbici

Paola Lucero Antonietti – También Cósmica / pla (o viceversa) –

Flor de la red flordelunar, arquitecta, ilustradora, docente, cósmica. Nacida el 2 de setiembre de 1979 en Córdoba Capital.Realiza diseños cósmicos en distintos soportes y formatos:  ilustraciones, mosaico fanzines. Arquitecta que pone su mirada en la ciudad y el habitar de la ciudad, haciendo foco en el diseño participativo y colectivo Es docente del secundario en donde aprende mucho de los chicos y las chicas. / Desarrolla talleres con niños y grandes en donde la creatividad es el motor de las producciones. Y juega.

Contacto: lapaocosmika@gmail.com / Facebook: Cósmica / PLA / Instagram: Cosmica.pla

 “Día a día se iba volviendo más seria y taciturna. Se extrañaban sus carcajadas y sus ocurrencias. Pasaba largas horas invocando espíritus a la luz de la luna, sacrificando alimañas para extraer la esencia vital de sus vísceras o fumando unas hierbas secretas que le enrarecían el ánimo porque, según decía, a través de ellas se conectaba con las fuerzas oscuras.” 

(Diario de un hada)

           El tema de las brujas me fascina. Tanto que no podía decidir qué escribir, desde dónde encararlo ni qué texto usar como introducción. En estos días una amiga que es psicóloga y bruja, pero sobre todo bruja; me prestó “Cometierra” una novela de Dolores Reyes que cuenta la historia de una joven del Gran Buenos Aires que come tierra y a través de la tierra tiene visiones que le indican el paradero de personas desaparecidas, la mayoría de las veces mujeres jóvenes, víctimas de femicidios. También estuve releyendo “Calibán y la bruja”, de Silvia Federici, que nos habla de un verdadero genocidio de mujeres perpetrado por el poder en la Europa del siglo XVI y trasladado a la América colonial. Mujeres que eran médicas, estudiosas, tarotistas, astrólogas, practicaban abortos, sabían sobre plantas o curaban el empacho. Al final decidí citar un texto mío y hacerme cargo de mi propia transmutación. Porque desde hace un tiempo siento que me estoy convirtiendo en bruja. Y no es porque cada vez me interese más la astrología o porque sea muy buena tirando el tarot que digo que me estoy convirtiendo en bruja. Es un poco por eso, pero es más que eso. Lo digo porque, al igual que las jóvenes protagonistas de “Diario de un hada”, el primer libro que escribí; o que Cometierra, esa bruja bonaerense que toma birra y escucha cumbia y de quien solo conocemos el apodo; o que cualquiera de las brujas condenadas a la hoguera por la Inquisición; he conocido el costo que hay que pagar por ser una mujer que le entra a fondo al conocimiento de lo desconocido, que se corre de ese lugar llamado “normalidad”, que renuncia a ser la mejor del grado, la niña obediente, la trabajadora ejemplar, la buena madre; para ser sencillamente ella misma. Una mujer libre. 

Dicho así suena muy bonito. Pero hemos de saber que el mundo nos va a castigar por ser tan osadas. Vamos a perder trabajos, espacios de militancia, amistades, parejas, cargos políticos, aplausos, premios, prestigio, dinero  y todas esas cosas con las que este mundo patriarcal premia a las mujeres hacendosas, disciplinadas y sonrientes. Como brujas en plena transmutación que somos, no nos preocuparemos demasiado por estas cuestiones. Ya hemos aprendido que la normalidad apesta y que el éxito individual es una farsa si no se pone al servicio de algo superior. Así que disfrutaremos bastante esta nueva soledad y seguramente nos dedicaremos al estudio, el auto conocimiento, la meditación…en fin, la brujería. 

Bienvenida sea esta soledad. Porque solo a partir de ella afinaremos la intuición, el olfato y la mirada para encontrarnos con otras brujas como nosotras. Porque este mundo de princesas complacientes, correctas y bien vestiditas, se está desmoronando a un ritmo tan acelerado que ni cuenta se están dando aquellos que lo sostienen; tan ocupados como están en defender sus privilegios. Porque cada vez somos más las que nos ubicamos del otro lado y no queremos corrección sino justicia; no privilegios sino derechos, no éxito individual sino felicidad colectiva.

Y cuando nos encontremos todas las que somos, ¡menudo aquelarre!

¡Hasta la victoria, always!

Florencia Ordóñez nació en Córdoba el 8 de marzo de 1977. Es licenciada en cursillos de nivelación y posee un doctorado en abandono de carreras universitarias. Escribe, publica libros propios y ajenos desde el sello Malasaña Ediciones, hace monólogos de humor, coordina talleres de escritura; ha incursionado en la actuación y el teatro de títeres. También se ha desempeñado en varios trabajos decentes de los que fue oportunamente despedida. Políticamente se define como feminista silvestre y anarco-peronista.

Pilar Emitxin ilustradora y productora gráfica de Córdoba (Argentina). Realizo gráficas feministas y de lucha, además de tareas de diseño y comunicación para los espacios colectivos que conforman nuestro movimiento. Cada imagen trae adentro horas de trabajo, de reflexión, de dolores, de caminos transitados por esta cuerpa que trabaja y lucha en el seno de un mundo en convulsiones. Elijo hacer mi trabajo tejiendo alianzas y redes de cuidados colectivos que pongan en jaque la fragilidad que el capitalismo y el patriarcado nos propone como forma de supervivencia, pero también que muestre otras formas de habitar y re-existir en este mundo. 

para las brujas horrorosas de los cuentos tradicionales

una ráfaga de amor y de justeza

una purga con tabaco en nombre suyo

los tiempos hilaron la metamorfosis

y puedo verlas andar

seguidas por los bichos

juntando yuyos de la pacha

clasificando medicinas

curando empachos y dolencias

hablando con los elementos naturales

con los espíritus de la tierra

y con los dioses

recibiendo información en sueños

rezando con la fuerza interna

leyendo en los astros y en las borras del café

en las manos y hasta en las hebras de pelo

atendiendo a la leyes metafísicas para conjurar la suerte

gozosas brujas

hermosas brujas

orgásmicas

luneras

comunitarias

silvestres

salú

al aquelarre abismal y su arcoíris

a las guardianas del poder no sistemático

no patriarcal

no científico

a las estrellas guías en la noche

a sus sahumos y a sus fuegos

sangre que sigue pulsando el corazón planetario

despierta

C.


Camila García Reyna nació el 27 abril de 1987 y es cordobesa criada en Cruz del Eje y Arroyito.

Escribe sobre todo poesía. Juega y por eso publica libros y recita y lee, y participa de puestas teatrales y musicales, y coordina talleres de escritura y lectura para niñes y grandes. Es Licenciada en Letras Modernas y apasionada por el mate y la comida deliciosa. Es un poco solemne, una pena, pero como se lo permite también se divierte con eso.

En este espacio de amor habrá una porción de poesía que es una forma de aprender la paz, de reconocerse, de recordarse, de entregarse, de compartirse siendo. Un deseo de encontrarse en las hermanas, de respetarse, de estarse queriendo, de respirar lo que elegimos, confiadamente, un poco más alegres cada vez.

Gilda Ibeas Madirolas es nuestra ilustradora invitada de allende los mares. Nació y vive en Madrid donde dibuja, baila, enseña y quién sabe cuántas cosas más, pues sol en Géminis. Pueden ver sus dibujos en instagram en @gim_ilustracion

Cada uno de los 4 elementos tiene sus diferentes estados,

a veces de calma y quietud,

otras de sanación y crecimiento,

a veces de activar y mover todas las estanterías,

otras de furia y destrucción.

No voy a enojarme con el fuego.

Voy a enojarme con los verdaderos culpables de este ecocidio.

Con el estado ausente, con la codicia ciega, con la perversa manipulación.

Y voy a dejar que el fuego vuelva a ese lugar de ritual sagrado,

de reunión a su alrededor,

de calor y alimento,

de pasión que nos motiva,

de juntada de brujes,

de mujeres bailando desnudas en la noche,

de faro que alumbra en lo oscuro.

Voy a dejar que el fuego me caliente el pecho,

y mantenga tibias las semillas del monte y de la vida.

Y voy a resguardar las semillas

y nunca dejar de plantar.

Sayi Paris Cavagnaro, nació en Mendoza en 1988, pero comenzó a crecer en Traslasierra, en un lugarcito llamado El Huaico, y de ahí siente que es.
Estudió Artes Plásticas en la UNC y dibuja y baila y hace visuales acompañando músicas y cuerpas..
Hoy sigue creciendo, entre viajes, esta Córdoba que nos une, y sus sierras, entre estxs hermanxs con lxs que crea, entre esta fuerza feminista que nos obliga a revisarnos y deconstruirnos, entre estas líneas que no paran de brotar..

Instagram: @sayiyisa
Facebook: Sayi Ilustraciones y otras hierbas

Para celebrar el ciclo de la abundancia

que se inicia con la temporada primavera/verano,

construimos un ritual

social y comunitario

ancestral.

Es un ritual donde todxs damos y recibimos,

intercambiamos saberes populares,

experiencias y semillas.

Semillas criollas, nativas y libres

que guardan en su interior el origen de la vida

pasado y futuro

historia y cultura

diversidad y soberanía

territorio.

Federica Jachymiak Nacida en Córdoba Capital. Artista visual. Realiza trabajos individuales y grupales en diversos formatos y lenguajes artísticos. Feminista impulsada por el amor a la autogestión, la bici y el entrecruce entre las artes. Contacto: fede.jachymiak@gmail.com Instagram: @fedenbici

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Hacia arriba

Saberes ancestrales

08

Nov
2018

En ¡Hasta la victoria, always!

Por Noe

Mujeres, americanas, sobrevivientes

En 08, Nov 2018 | En ¡Hasta la victoria, always! | Por Noe

Los plazos de esta guerra no son como los de una vida humana. Por eso, vean que la memoria se mantenga encendida y custodiada.
(Liliana Bodoc, “Los días del venado”)


Me parece que esto ya lo dije antes, pero como dice mi psicóloga, lo que no se elabora se repite, así que va de nuevo: soy hija de setentistas. Eso significa que muchos de mis amigos y amigas son huérfanos, que otros siendo muy chiquitos tuvieron que ir a celebrar el día de la madre a alguna cárcel y que otros, como yo, tuvimos que conocer otros países y usar pasaporte antes de haber dejado los pañales.
La cosa es que crecí en un país europeo. En España, para ser más exacta. Y en la escuela primaria me enseñaron que Colón descubrió America. Que la reina Isabel confió en este navegante genovés y le dio tres carabelas, la Pinta, la Niña y la Santa María. Y que Américo Vespucio gritó “¡Tierra!, ¡tierra!” Y en su honor le pusieron América a un continente.
Siempre me hizo un poco de ruido esa historia de Colón descubriendo las Indias y ocupando pacíficamente un territorio para fundar un crisol de razas. Aunque lo que me daba verdadero terror era pensar que hay padres capaces de ponerle “Américo” a su hijo. Se ve que en el secundario cambió el plan de estudios o la bibliografía o qué sé yo, y a ahí ya la historia no era tan divertida. Parece que mataron bocha de indios estos conquistadores y que tan buenitos no eran. Recuerdo a una profe de historia de segundo año enumerando los pueblos masacrados y mirándome de reojo con incomodidad. O tal vez con culpa.
Lo loco es que cuando en julio de ese año mi mamá y yo volvimos a Argentina y me tocó terminar la escuela en este país, un país americano, un país colonizado, un país víctima de varios genocidios; en la clase de Historia me seguían contando que Colón y las tres carabelas y el encuentro de culturas y el crisol de razas. Cada vez entendía menos. Después me salieron con eso de la Conquista del desierto y dije: acá está la papa, con esto mataron a los indios que quedaban y los que quedan acá son todos europeos.
Y en eso resulta que nos vamos a vivir a una avenida que adivinen cómo se llamaba: Colón. Todo encajaba con mi teoría. Si quedaran habitantes originarios en esta ciudad, a nadie se le hubiera ocurrido llamar Colón a una avenida. Cerca de casa estaba el Instituto de Culturas Aborígenes “¿Qué se estudia acá?”, pregunté. “Varias cosas, lengua quechua, mapuche, guaraní…”. Casi me explota la cabeza. Salí a la Colón gritando: “¡Pues coño!, ¿quién enseña quechua si están todos muertos?” Y justo pasa una señora de barrio La toma y me dice:
“No mija, no estamos todos muertos. Yo soy comechingona”
“¿¿¿¡¡¡¡Viva!!!!???”
Ahí me avivé que quizás no éramos todos tan europeos en mi familia y me puse a interrogar a los abuelos que me quedaban vivos en busca de algún antepasado comechingón y resulta que los que vinieron e de Europa se acuerdan hasta del nombre del barco en que vinieron, del dialecto de Sicilia y de la mar en coche. Sin embargo la ascendencia de mi abuelo criollo se pierde en la nebulosa y aunque sospecho que por ese lado debo tener algún gen americano, no hay ninguna certeza.
Perdida estaba yo en esto de encontrar una identidad americana y en eso se me ocurre viajar a Bolivia. Andaba a mil con los preparativos del viaje y me encuentro con la Ire, una mujer hermosamente sorora que me dice: “¿Leíste a Rodolfo Kush?” “No, le digo, ¿qué es eso?” “No podés viajar a Bolivia sin esto” Y me mete en el bolso un ejemplar de “América profunda” impreso en papel finito, como de biblia. “Es mi biblia”, me dijo, y desapareció como quien sabe que acaba de protagonizar un hecho importante. Así son las acuarianas.
No sé si entendí todo, no soy buena para la filosofía, pero sé que ese viaje no hubiera sido lo mismo sin esa lectura y viceversa. Asomarme a la filosofía americana me permitió correrme de la perspectiva del turista blanco que se queja porque el bondi que va a Coroico se queda varado una hora al borde de un precipicio. Me ayudó a encontrar en esa vulgar anécdota de vacaciones algunas enseñanzas que intento no olvidar: que estamos indefensos ante la naturaleza, que no podemos controlar todo, que a veces la actitud más sabia es dejarse estar y que el tiempo decida. También me permitió comprender a esa chola que me miraba con desprecio porque me veía tan blanquita, y al guía de Tiahuanaco que por nada del mundo se iba dejar sacar una foto y que te hablaba con orgullo de su lengua aymará, que ahora es obligatoria en las escuelas, pero que sus padres tuvieron que hablar a escondidas para no ser castigados.
Se me sigue atando bastante la rama cuando pienso en la tierra y los pueblos originarios, a veces pienso que no tengo por qué hablar de nada de esto si no pertenezco a uno de esos pueblos, pero escuché a un profe del Instituto de Culturas Aborígenes decir que no hace falta ser comechingón o aymará para defender y apoyar las luchas por la tierra: sólo hay que ser consciente de que todas y todos venimos de la tierra y nos nutrimos de ella. O sea, menos buscar el ancestro comechingón y más empatía y pensamiento comunitario.
También pienso que como mujeres, como americanas y como ciudadanas de un país que atravesó la experiencia del terrorismo de Estado pertenecemos a una comunidad que ha sido y es triplemente violentada. Que somos sobrevivientes de tres genocidios. Que estamos en lucha por nuestra libertad y nuestros derechos y esa lucha nos hermana con las comunidades originarias en su reclamo por algo tan básico como la tierra que habitan hace siglos, con las Madres y Abuelas de Plaza de mayo, con Milagro Sala, con las vecinas y vecinos de Juárez Celman injustamente desalojados, con la familia de Santiago Maldonado, que no era mapuche pero era ser humano y pudo comprender esa hermandad. Que cada lucha nace de una lucha anterior y es la memoria la que nos permite darle sentido al tiempo que vivimos y a la tierra que pisamos.
¡Hasta la victoria, always!

Florencia Ordóñez nació en Córdoba el 8 de marzo de 1977. Es licenciada en cursillos de nivelación y posee un doctorado en abandono de carreras universitarias. Escribe, publica libros propios y ajenos desde el sello Malasaña Ediciones, hace stand up, coordina talleres de escritura; ha incursionado en la actuación y el teatro de títeres. También se ha desempeñado en varios trabajos decentes de los que fue oportunamente despedida. Políticamente se define como feminista silvestre y anarco-peronista.

Sayi Paris Cavagnaro, nació en Mendoza en 1988, pero comenzo a crecer en Traslasierra, en un lugarcito llamado El Huaico, y de ahí siente que es. Estudió Artes Plásticas en la UNC y dibuja y baila y hace visuales acompañando músicas y cuerpas..
Hoy sigue creciendo, entre viajes y esta Córdoba que nos une, entre estxs hermanxs con lxs que crea, entre esta fuerza feminista que nos obliga a revisarnos y deconstruirnos, entre estas líneas que no paran de brotar..
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06

Nov
2018

En Poesías

Por Noe

Gente de la Tierra

En 06, Nov 2018 | En Poesías | Por Noe


la tierra es de quien la trabaja

dicen unas

la tierra es de quien la habita

dicen otras

pero no

en realidad la tierra no es de nadie

nacemos jugamos maduramos morimos en la tierra

que nos da cobijo y alimento

y aguas que la surcan para beber regar hacer crecer

de la tierra se levantan los árboles

los brotes

sobre la tierra duerme el caballo y la cabra

pone sus huevos el ñandú

colorean aroman las florcitas silvestres

la tierra es un volcán de vida en erupción constante

un ramal de energía

una columna vertebral

una casa

y es también el aire que la envuelve

y las nubes que se forman al calor del agua

y las aves que la vuelan

y los astros que la alumbran

y las gentes que viven por su gracia

visión la de los pueblos que reconocen su origen

en lo que da la madre de sustento

en su fecundidad

mapuche significa gente de la tierra

no dueña de la tierra

no propietaria

sino gente de la tierra

perteneciente a la tierra

identidad indisoluble

unicidad

no hay alambrado para la consciencia

el viento atraviesa con semillas

las siembra allá

la verdad es como el viento que excede todo y no toma nada

solamente mueve

solamente muestra

tiene unas leyes infinitas

y es alegremente bella como una puesta de sol

como una brisa en noviembre

una manzana

la cordillera

la nervadura de una hoja

las rompientes de un mar

 

C.

 

Camila García Reyna

Nació el 27 abril de 1987 y es cordobesa criada en Cruz del Eje y Arroyito.
Escribe sobre todo poesía. También juega y por eso publica libros y recita y lee, y participa de puestas teatrales y musicales, y coordina talleres de escritura y tejido para adultos, y de lectura y escritura lúdica para niños. Es Licenciada en Letras Modernas y apasionada por el mate y la comida deliciosa. Es un poco solemne, una pena, pero como se lo permitetambién se divierte con eso.
En este espacio de amor habrá una porción de poesía que es una forma de aprender la paz, de reconocerse, de recordarse, de entregarse, de compartirse siendo. Un deseo de encontrarse en las hermanas, de respetarse, de estarse queriendo, de respirar lo que elegimos, confiadamente, un poco más alegres cada vez.

Federica Jachymiak

Nació en la Ciudad de Córdoba, en el invierno de 1995. Cursó la Licenciatura de Escultura en la Universidad Nacional de Córdoba. Artista visual, dibujante, ilustradora, escultora, autodidacta en animación. Realiza trabajos individuales y grupales en diversos formatos y lenguajes artísticos. Feminista, disfruta de habitar en ferias, apuesta por la autogestión. Impulsada por el amor a la libertad, la bici, viajar, el mar y el entrecruce entre las artes.
Contacto: fede.jachymiak@gmail.com
Instagram: @fedenbici

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07

May
2018

En Invitadxs

Por Noe

Tapiz

En 07, May 2018 | En Invitadxs | Por Noe

La trama que enlaza el hilo de vida de cada ser con la de todos
el inframundo de los muertos que yacen dormidos
la intersección de los surcos que se unen en la dimensión de los sueños

El saber heredado de boca en boca, en forma de cuentos
hecho de susurro y al viento

Las plantas de agua condensada en ríos de clorofila
llenos de sol y oscuridad de luna
la potencia de su adentro que se alquimiza con mi savia interior

El gesto de las mujeres que cocinaron por siglos
su guiso espesándose en el vapor

La sabiduría que se muestra
en los mapas de los ojos de quien mira
siempre que esté dispuesta a ver

Las señales guardadas en forma de símbolos

El cosmos: eterno espiral de lo infinito


Bridget Hafford Ferreyra nació el 5 de febrero de 1986 en Comodoro Rivadavia, Chubut. Es licenciada en psicología. Apasionada por la salud mental, la comunicación, la astrología y los astros. Fascinada por la construcción de las subjetividades, que nunca pueden ser copia y hace de las personas sujetos únicos. Le impulsa el conocimiento que lo vuelve carne, que lo pasa por las vísceras y lo comparte con otras. Apuesta como camino a la libertad la emancipación propia de cada una desde el propio cuerpo-hogar y de todas, juntas.
Además es coordinadora terapéutica del taller de producción radial La Chispa del Hospital Neuropsiquiátrico Provincial de Córdoba, que se emite por la radio comunitaria Zumba la turba. Incipiente como psicóloga clínica. También brinda círculos de astrología enfocados al autoconocimiento desde una perspectiva grupal.

Ilustración: Alulina
Agostina Rassetto, nacida en 1992 en San Francisco, Córdoba. Siempre sumergida en el mundo de la artesanía y trabajo manual, dibuja por placer, emprende con muñecos de tela y encuadernación, profesora de Artes Visuales en formación.
Córdoba Capital

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31

Mar
2018

En ¡Hasta la victoria, always!

Por Noe

Abuelita, dime tú

En 31, Mar 2018 | En ¡Hasta la victoria, always! | Por Noe

-Abuelita, dime tú…

-Tú.

-¡Gracias, abuelita!

Cuando pienso en saberes ancestrales, lo primero que me viene a la mente es una abuela. Me imagino a la abuela de Valentina Tereshkova, la primera mujer astronauta, tejiéndole una bufanda a su nieta antes de abordar el Vostok 6, “porque debe estar frío allá en el espacio”. A la abuela del Che Guevara preparándole un tecito con yuyos para el asma. Y a la de Amy Winehouse diciéndole: “Nena, ¿sos feliz?”.

También pienso en las abuelas y madres de Plaza de Mayo, en la querida Emi Villares diciendo “La lucha no se aplaude, se acompaña o no se acompaña”, en esas mujeres que salieron a las plazas a pedir por sus hijos y hoy son un símbolo de dignidad y lucha. Esas mujeres me hicieron dar cuenta de algo: una cosa es el saber ancestral y otra muy distinta es la tradición. Porque lo que la tradición manda es que las mujeres se queden en casa ocupándose de “sus labores”, en vez de andar haciendo política por ahí. Entonces, ojo al piojo: valoremos los saberes de nuestras ancestras, las recetas, los tejidos, la conexión con la tierra y la espiritualidad, el goce de la maternidad y la pareja…pero tampoco comamos vidrio. El trabajo doméstico, por más cargado de ancestralidad que venga, es trabajo. Y no lo que nos quiere hacer creer la tradición patriarcal: que el trabajo doméstico es una expresión suprema del amor hacia nuestra familia y que por eso las mujeres debemos realizarlo sin recibir remuneración alguna. ¿¿¿Amor??? Hay algo que no me cierra. Porque todas las personas que trabajan en algo que realmente les gusta, lo hacen con amor. Entonces, supongamos que decido solicitar los servicios de alguna persona para que me cosa un vestido, me arregle la compu, me haga una torta de cumpleaños de Pepa Pigg o me enseñe a tocar el violín… ¿Puedo pagarle con besos  y abrazos? ¿O con un “te quiero” en negro ya alcanza?

Además de la tradición, el saber ancestral tiene otra gran enemiga: la moda. Y cuando digo moda también quiero decir superficialidad y snobismo.  Conozco personas que después de parir entierran la placenta porque es un ritual muy antiguo de no sé qué pueblo, que le hacen ofrendas a la Pachamama con caña y ruda y todos los chiches, que no se cortan ni una uña sin averiguar primero en qué fase lunar estamos y qué consecuencias espirituales tiene y que además, se compran toda la ropa en Benetton. Sí, sí, la cadena de tiendas de ropa de un italiano millonario que pretende adueñarse de toda la Patagonia sólo porque es millonario. Y como es millonario, el Estado argentino lo defiende. Tanto lo defiende que tuvo que mandar a la Gendarmería a matar a Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. Todo por proteger los intereses del italiano millonario. Para que te quede claro, joven argentina o argentino pacha -friendly: cada vez que te comprás una camperita Bennetton, tu bisabuela comechingona se va a revolver en su tumba. Y tu tatarabuela mapuche, va a venir por la noche a tirarte de las patas.

Retomando el tema de las tradiciones, voy a hacer una confesión: hay una de ellas que me resulta bastante simpática y es la tradición del brindis. Voy a brindar en esta ocasión por el represor genocida Luciano Benjamín Menéndez. Pero no porque se murió, ¿eh? Brindo porque se murió condenado.

Salud y justicia para todas.

¡Hasta la victoria, always!

Florencia Ordóñez nació en Córdoba el 8 de marzo de 1977. Es licenciada en cursillos de nivelación y posee un doctorado en abandono de carreras universitarias. Escribe, publica libros propios y ajenos desde el sello Malasaña Ediciones, hace stand up, coordina talleres de escritura; ha incursionado en la actuación y el teatro de títeres. También se ha desempeñado en varios trabajos decentes de los que fue oportunamente despedida. Políticamente se define como feminista silvestre y anarco-peronista.

Ilustración: Cecilia María
Cecilia significa ‘pequeña ciega’…
Cecilia María: pequeña mujer ciega que se dedica a construir imágenes.
Sin autorretrato ni biografía. Máquina sensible. Dibujante.
Podría ser un pavo real, un colibrí… o una chuñita.
La Telesita estacionada en una casa de colores.
Olvidada, para vivir recuerda, sin pausa ni prisa. Aprendiz.
Encomendada al Sol. Hija de la Luna. Manos planetarias al servicio del monte.

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