feminismo
Bienvenidas al aquelarre
En 02, Dic 2020 | Un comentario | En ¡Hasta la victoria, always! | Por Blogueras
“Día a día se iba volviendo más seria y taciturna. Se extrañaban sus carcajadas y sus ocurrencias. Pasaba largas horas invocando espíritus a la luz de la luna, sacrificando alimañas para extraer la esencia vital de sus vísceras o fumando unas hierbas secretas que le enrarecían el ánimo porque, según decía, a través de ellas se conectaba con las fuerzas oscuras.”
(Diario de un hada)
El tema de las brujas me fascina. Tanto que no podía decidir qué escribir, desde dónde encararlo ni qué texto usar como introducción. En estos días una amiga que es psicóloga y bruja, pero sobre todo bruja; me prestó “Cometierra” una novela de Dolores Reyes que cuenta la historia de una joven del Gran Buenos Aires que come tierra y a través de la tierra tiene visiones que le indican el paradero de personas desaparecidas, la mayoría de las veces mujeres jóvenes, víctimas de femicidios. También estuve releyendo “Calibán y la bruja”, de Silvia Federici, que nos habla de un verdadero genocidio de mujeres perpetrado por el poder en la Europa del siglo XVI y trasladado a la América colonial. Mujeres que eran médicas, estudiosas, tarotistas, astrólogas, practicaban abortos, sabían sobre plantas o curaban el empacho. Al final decidí citar un texto mío y hacerme cargo de mi propia transmutación. Porque desde hace un tiempo siento que me estoy convirtiendo en bruja. Y no es porque cada vez me interese más la astrología o porque sea muy buena tirando el tarot que digo que me estoy convirtiendo en bruja. Es un poco por eso, pero es más que eso. Lo digo porque, al igual que las jóvenes protagonistas de “Diario de un hada”, el primer libro que escribí; o que Cometierra, esa bruja bonaerense que toma birra y escucha cumbia y de quien solo conocemos el apodo; o que cualquiera de las brujas condenadas a la hoguera por la Inquisición; he conocido el costo que hay que pagar por ser una mujer que le entra a fondo al conocimiento de lo desconocido, que se corre de ese lugar llamado “normalidad”, que renuncia a ser la mejor del grado, la niña obediente, la trabajadora ejemplar, la buena madre; para ser sencillamente ella misma. Una mujer libre.
Dicho así suena muy bonito. Pero hemos de saber que el mundo nos va a castigar por ser tan osadas. Vamos a perder trabajos, espacios de militancia, amistades, parejas, cargos políticos, aplausos, premios, prestigio, dinero y todas esas cosas con las que este mundo patriarcal premia a las mujeres hacendosas, disciplinadas y sonrientes. Como brujas en plena transmutación que somos, no nos preocuparemos demasiado por estas cuestiones. Ya hemos aprendido que la normalidad apesta y que el éxito individual es una farsa si no se pone al servicio de algo superior. Así que disfrutaremos bastante esta nueva soledad y seguramente nos dedicaremos al estudio, el auto conocimiento, la meditación…en fin, la brujería.
Bienvenida sea esta soledad. Porque solo a partir de ella afinaremos la intuición, el olfato y la mirada para encontrarnos con otras brujas como nosotras. Porque este mundo de princesas complacientes, correctas y bien vestiditas, se está desmoronando a un ritmo tan acelerado que ni cuenta se están dando aquellos que lo sostienen; tan ocupados como están en defender sus privilegios. Porque cada vez somos más las que nos ubicamos del otro lado y no queremos corrección sino justicia; no privilegios sino derechos, no éxito individual sino felicidad colectiva.
Y cuando nos encontremos todas las que somos, ¡menudo aquelarre!
¡Hasta la victoria, always!
Florencia Ordóñez nació en Córdoba el 8 de marzo de 1977. Es licenciada en cursillos de nivelación y posee un doctorado en abandono de carreras universitarias. Escribe, publica libros propios y ajenos desde el sello Malasaña Ediciones, hace monólogos de humor, coordina talleres de escritura; ha incursionado en la actuación y el teatro de títeres. También se ha desempeñado en varios trabajos decentes de los que fue oportunamente despedida. Políticamente se define como feminista silvestre y anarco-peronista.
Celebración de las brujas
En 18, Nov 2020 | Un comentario | En Poesías, Sin categoría | Por Blogueras
para las brujas horrorosas de los cuentos tradicionales
una ráfaga de amor y de justeza
una purga con tabaco en nombre suyo
los tiempos hilaron la metamorfosis
y puedo verlas andar
seguidas por los bichos
juntando yuyos de la pacha
clasificando medicinas
curando empachos y dolencias
hablando con los elementos naturales
con los espíritus de la tierra
y con los dioses
recibiendo información en sueños
rezando con la fuerza interna
leyendo en los astros y en las borras del café
en las manos y hasta en las hebras de pelo
atendiendo a la leyes metafísicas para conjurar la suerte
gozosas brujas
hermosas brujas
orgásmicas
luneras
comunitarias
silvestres
salú
al aquelarre abismal y su arcoíris
a las guardianas del poder no sistemático
no patriarcal
no científico
a las estrellas guías en la noche
a sus sahumos y a sus fuegos
sangre que sigue pulsando el corazón planetario
despierta
C.
Camila García Reyna nació el 27 abril de 1987 y es cordobesa criada en Cruz del Eje y Arroyito.
Escribe sobre todo poesía. Juega y por eso publica libros y recita y lee, y participa de puestas teatrales y musicales, y coordina talleres de escritura y lectura para niñes y grandes. Es Licenciada en Letras Modernas y apasionada por el mate y la comida deliciosa. Es un poco solemne, una pena, pero como se lo permite también se divierte con eso.
En este espacio de amor habrá una porción de poesía que es una forma de aprender la paz, de reconocerse, de recordarse, de entregarse, de compartirse siendo. Un deseo de encontrarse en las hermanas, de respetarse, de estarse queriendo, de respirar lo que elegimos, confiadamente, un poco más alegres cada vez.
Gilda Ibeas Madirolas es nuestra ilustradora invitada de allende los mares. Nació y vive en Madrid donde dibuja, baila, enseña y quién sabe cuántas cosas más, pues sol en Géminis. Pueden ver sus dibujos en instagram en @gim_ilustracion
Nuestra venganza es ser felices
En 20, Jun 2018 | 4 Comentarios | En ¡Hasta la victoria, always!, Que Sea Ley | Por Noe
Tú me quieres virgen
tú me quieres santa
tú me tienes harta
(Mujeres creando)
Hay algo que me encanta hacer cada vez que camino por las calles de una ciudad o un pueblo y es observar los graffittis en las paredes. El otro día, caminando por el centro de Córdoba vi uno que decía: “Ay, qué pena que me da, la mamá de Macri no supo abortar”. Pero le habían tachado la palabra “abortar” con fibrón negro. ¿Qué onda? Si te molesta tanto y estás en la onda censuradora, podrías haber tachado todo, ¿por qué sólo “abortar”? Tengo la sensación de que a muchas personas les da miedo la palabrita. Como si leyeras la palabra “aborto” y ¡zas! te abortaras encima. Sí, definitivamente hay mucho miedo. Miedo a decir las cosas por su nombre y a que las mujeres hagamos con nuestra cuerpa lo que se nos cante. Miedo a la palabra aborto, a la palabra cuerpa (“porque no está aceptada por la Real Academia”) y sobre todo miedo a la palabra feminismo. Por eso, queridas lectoras, voy a exponer acá algunas cosas que las feministas no hemos hecho nunca y que tampoco vamos a hacer, ni siquiera ahora que la Ley de interrupción voluntaria del embarazo ya tiene media sanción:
No vamos a vender empanadas de feto para poder viajar al Encuentro nacional de mujeres. Seguiremos sacrificando para estos fines a otros mamíferos cuyo asesinato es socialmente aceptado tales como vacas y pollos. Quizás también asesinemos alguna que otra acelga para delicia de las comensales vegetarianas.
-No vamos a secuestrar embarazadas felices para obligarlas a abortar ni nos vamos a embarazar masivamente para poder abortar gratis, como tampoco nos hemos embarazado antes “para cobrar un plan”. La maternidad será deseada o no será. Tan simple como eso.
-No vamos a destruir la lengua por decir cuerpa o nosotres, porque la lengua es algo dinámico y en constante transformación, de lo contrario es una lengua muerta. Antes de escandalizarse por el lenguaje inclusivo, piensen que en la provincia de Córdoba, donde vivo, la expresión de uso más popular es “che culiau”.
-No vamos a salir en patota a degollar hombres al grito de “¡Muerte al macho!” en venganza por los femicidios.
Tranquilas. Tranquilos. No vamos a hacer ninguna de esas cosas. Porque el feminismo no es un movimiento de revancha, es un movimiento de igualdad y de lucha por los Derechos Humanos.
Cuando estaba en Bolivia vi un graffitti hermoso de un grupo de feministas de allá que se llaman Mujeres creando. Decía: “Nuestra venganza es ser felices”. Y no hay felicidad sin libertad y sin derechos. Por eso defiendo la educación sexual, los métodos anticonceptivos y el aborto legal, seguro y gratuito. Para que ninguna mujer tenga que morir en abortos clandestinos. Para que ni la Iglesia ni el Estado decidan sobre nuestras cuerpas. Para que todas podamos ser felices.
¡Hasta la victoria, always!
Florencia Ordóñez nació en Córdoba el 8 de marzo de 1977. Es licenciada en cursillos de nivelación y posee un doctorado en abandono de carreras universitarias. Escribe, publica libros propios y ajenos desde el sello Malasaña Ediciones, hace stand up, coordina talleres de escritura; ha incursionado en la actuación y el teatro de títeres. También se ha desempeñado en varios trabajos decentes de los que fue oportunamente despedida. Políticamente se define como feminista silvestre y anarco-peronista.
ilustración: Agustina Molina
Agustina Molina nació en 1989. De niña vivió en Villas Ciudad de América, una localidad de las sierras cordobesas, donde la gente atesora el gesto antiguo y la mano caliente, como el pan de la tierra.
Es antropóloga, ama las estrellas, los caballos, el limón, el ajo y el ají. Le encanta la poesía, pintar y bailar. Confía profundamente en que la revolución será feminista y, en que junt*s con lucha y organización popular podemos derrotar la ofensiva neoliberal.