2018 junio
Experiencias humanas
En 26, Jun 2018 | Un comentario | En Poesías, Que Sea Ley | Por Noe
no te conté la impresión que me dio acompañarte al médico
a hacerte la eco
saber las semanas
que todo estaba en orden
que eran dos
sentía miedo de lo que seguía
de lo que ibas a hacer
de la decisión tomada
tristeza
pero ahí yo
no sé por qué
haciendoté el aguante
visitandoté después a ver cómo estabas
cómo te sentías
acordandomé de la vez que pensé en hacer lo mismo
pero al final fue sólo atraso prolongado
teníamos en ese entonces parejas estables
estudiábamos en la universidad
contábamos con el dinero que nos daban en casa para comprar apuntes
no queríamos ser madres…
no sé lo que pensaba entonces
no sé lo que pienso ahora
no podía ponerle palabras
estaba ahí
sin consejos
ni justificaciones
sin preguntas
mirando que todo transcurriera sin sobresaltos
según indicaciones
que esta vez fuera mejor que la primera
adolescente
maltratada
en un hospital público
ahora sé
que lo que duele es el juicio
ajeno propio
que la vida siempre está sembrando
que lo que acaba es una posibilidad
que seguirá otro curso
tampoco te dije nunca
que agradecí que hubieras juntado la plata para las pastillas
que había una socorrista del otro lado
que estás sana
que pude acompañarte
que elegiste
lo que consideraste
bien
C.
Camila García Reyna nació el 27 abril de 1987 y es cordobesa criada en Cruz del Eje y Arroyito.
Escribe sobre todo poesía. También juega y por eso publica libros y recita y lee, y participa de puestas teatrales y musicales, y coordina talleres de escritura y tejido para adultos, y de lectura y escritura lúdica para niños. Es Licenciada en Letras Modernas y apasionada por el mate y la comida deliciosa. Es un poco solemne, una pena, pero como se lo permite
también se divierte con eso.
En este espacio de amor habrá una porción de poesía que es una forma de aprender la paz, de reconocerse, de recordarse, de entregarse, de compartirse siendo. Un deseo de encontrarse en las hermanas, de respetarse, de estarse queriendo, de respirar lo que elegimos, confiadamente, un poco más alegres cada vez.
Ilustración: Alulina
Agostina Rassetto, nacida en 1992 en San Francisco, Córdoba. Siempre sumergida en el mundo de la artesanía y trabajo manual, dibuja por placer, emprende con muñecos de tela y encuadernación, profesora de Artes Visuales en formación.
Córdoba Capital
Violenta
En 23, Jun 2018 | Sin comentarios | En Invitadxs | Por Noe
Violenta la mentira
Violenta la opresión
De la maquinaria deshumanizada que aplasta sin compasión
Violenta la guerra en Siria y el silencio hecho millar
Violenta el saqueo de la tierra y su especulación
Los árboles talados y los bosques asfixiados de dolor
Violenta la hipocresía sostenida sin razón
Del cerco mediático y los medios de (des)información
Que financian secuaces sin corazón
Violenta las familias durmiendo en el borde del cordón
Violenta la extensión de las sociedades de control
El exterminio de los líderes que buscan la libertad por encima de la sumisión
Violenta el Estado cómplice que oculta información
¿Qué pasó con Santiago Maldonado? y que digan ¿qué le hicieron a Rafael Nahuel?
Violenta los ministros de este gobierno del horror
Disfrazados con caras de cartón
Los abortos clandestinos en una fría habitación
Violenta el no poder contarlo
Violenta la acusación
La opinión ajena sobre lo que es mi decisión
Violencia sobre nuestros cuerpos
Desbordados de potencia y contradicción
Violenta el vértigo previo al salto
El deseo que empuja
La vida que insiste, brota y resplandece en una flor
Bridget Hafford Ferreyra nació el 5 de febrero de 1986 en Comodoro Rivadavia, Chubut. Es licenciada en psicología. Apasionada por la salud mental, la comunicación, la astrología y los astros. Fascinada por la construcción de las subjetividades, que nunca pueden ser copia y hace de las personas sujetos únicos. Le impulsa el conocimiento que lo vuelve carne, que lo pasa por las vísceras y lo comparte con otras. Apuesta como camino a la libertad la emancipación propia de cada una desde el propio cuerpo-hogar y de todas, juntas.
Además es coordinadora terapéutica del taller de producción radial La Chispa del Hospital Neuropsiquiátrico Provincial de Córdoba, que se emite por la radio comunitaria Zumba la turba. Incipiente como psicóloga clínica. También brinda círculos de astrología enfocados al autoconocimiento desde una perspectiva grupal.
Ilustración: federica Jachymiak
Nació en la Ciudad de Córdoba, en el invierno de 1995. Cursó la Licenciatura de Escultura en la Universidad Nacional de Córdoba. Artista visual, dibujante, ilustradora, escultora, autodidacta en animación. Realiza trabajos individuales y grupales en diversos formatos y lenguajes artísticos. Feminista, disfruta de habitar en ferias, apuesta por la autogestión. Impulsada por el amor a la libertad, la bici, viajar, el mar y el entrecruce entre las artes.
Contacto: fede.jachymiak@gmail.com
Instagram: fd.jachymiak
Nuestra venganza es ser felices
En 20, Jun 2018 | 4 Comentarios | En ¡Hasta la victoria, always!, Que Sea Ley | Por Noe
Tú me quieres virgen
tú me quieres santa
tú me tienes harta
(Mujeres creando)
Hay algo que me encanta hacer cada vez que camino por las calles de una ciudad o un pueblo y es observar los graffittis en las paredes. El otro día, caminando por el centro de Córdoba vi uno que decía: “Ay, qué pena que me da, la mamá de Macri no supo abortar”. Pero le habían tachado la palabra “abortar” con fibrón negro. ¿Qué onda? Si te molesta tanto y estás en la onda censuradora, podrías haber tachado todo, ¿por qué sólo “abortar”? Tengo la sensación de que a muchas personas les da miedo la palabrita. Como si leyeras la palabra “aborto” y ¡zas! te abortaras encima. Sí, definitivamente hay mucho miedo. Miedo a decir las cosas por su nombre y a que las mujeres hagamos con nuestra cuerpa lo que se nos cante. Miedo a la palabra aborto, a la palabra cuerpa (“porque no está aceptada por la Real Academia”) y sobre todo miedo a la palabra feminismo. Por eso, queridas lectoras, voy a exponer acá algunas cosas que las feministas no hemos hecho nunca y que tampoco vamos a hacer, ni siquiera ahora que la Ley de interrupción voluntaria del embarazo ya tiene media sanción:
No vamos a vender empanadas de feto para poder viajar al Encuentro nacional de mujeres. Seguiremos sacrificando para estos fines a otros mamíferos cuyo asesinato es socialmente aceptado tales como vacas y pollos. Quizás también asesinemos alguna que otra acelga para delicia de las comensales vegetarianas.
-No vamos a secuestrar embarazadas felices para obligarlas a abortar ni nos vamos a embarazar masivamente para poder abortar gratis, como tampoco nos hemos embarazado antes “para cobrar un plan”. La maternidad será deseada o no será. Tan simple como eso.
-No vamos a destruir la lengua por decir cuerpa o nosotres, porque la lengua es algo dinámico y en constante transformación, de lo contrario es una lengua muerta. Antes de escandalizarse por el lenguaje inclusivo, piensen que en la provincia de Córdoba, donde vivo, la expresión de uso más popular es “che culiau”.
-No vamos a salir en patota a degollar hombres al grito de “¡Muerte al macho!” en venganza por los femicidios.
Tranquilas. Tranquilos. No vamos a hacer ninguna de esas cosas. Porque el feminismo no es un movimiento de revancha, es un movimiento de igualdad y de lucha por los Derechos Humanos.
Cuando estaba en Bolivia vi un graffitti hermoso de un grupo de feministas de allá que se llaman Mujeres creando. Decía: “Nuestra venganza es ser felices”. Y no hay felicidad sin libertad y sin derechos. Por eso defiendo la educación sexual, los métodos anticonceptivos y el aborto legal, seguro y gratuito. Para que ninguna mujer tenga que morir en abortos clandestinos. Para que ni la Iglesia ni el Estado decidan sobre nuestras cuerpas. Para que todas podamos ser felices.
¡Hasta la victoria, always!
Florencia Ordóñez nació en Córdoba el 8 de marzo de 1977. Es licenciada en cursillos de nivelación y posee un doctorado en abandono de carreras universitarias. Escribe, publica libros propios y ajenos desde el sello Malasaña Ediciones, hace stand up, coordina talleres de escritura; ha incursionado en la actuación y el teatro de títeres. También se ha desempeñado en varios trabajos decentes de los que fue oportunamente despedida. Políticamente se define como feminista silvestre y anarco-peronista.
ilustración: Agustina Molina
Agustina Molina nació en 1989. De niña vivió en Villas Ciudad de América, una localidad de las sierras cordobesas, donde la gente atesora el gesto antiguo y la mano caliente, como el pan de la tierra.
Es antropóloga, ama las estrellas, los caballos, el limón, el ajo y el ají. Le encanta la poesía, pintar y bailar. Confía profundamente en que la revolución será feminista y, en que junt*s con lucha y organización popular podemos derrotar la ofensiva neoliberal.
Mariposas
En 18, Jun 2018 | Sin comentarios | En ¡Hasta la victoria, always! | Por Noe
¡Mierda! Son las siete y cuarenta y cinco, otra vez me dormí. Prendo la radio. Jean. Remera negra. La rubia del clima anuncia treinta y ocho grados de máxima. Y yo de jean y remera negra porque la vieja explotadora me dijo que así tenía que ser, si no qué van a decir los clientes. No tengo para taxi, me voy a tener que comer la puteada y que me descuenten el presentismo por llegar quince minutos tarde, otra vez. Jean, remera negra, colectivo lleno y el apoyador serial nuestro de cada día. Por suerte, además de jean y remera negra, la vieja explotadora me exige que use tacos. Le clavo la plataforma de quince centímetros en pleno dedo gordo del pie al apoyador serial y con mi mejor sonrisa de pelotuda digo “¡Uy, perdón!” mientras toco el timbre. Cruzo a los pedos la plaza San Martín. Se me acerca una flaca de anteojos con un volante: “Te invito a una marcha…es contra la violencia hacia las mujeres”. Agarro el volante y sigo caminando. Quiere conversar, me sigue: “Es importante que vayas, las mujeres tenemos que unirnos contra la violencia y la explotación”. Pienso en mi jefa y en el presentismo. “Estoy llegando tarde al laburo”, me excuso. La flaca de anteojos insiste en explicarme todo lo que dice el volante, que es una página impresa de los dos lados: “Es en homenaje a las hermanas Mirabal, que en 1960…” La corto en seco con mi mejor sonrisa de comprensión: “Mirá flaca, te prometo que en los quince minutos que me dan de almuerzo me lo leo todo”. Apuro el paso y llego al bar. El viejo jeropa ya está instalado, puntual, esperando su desayuno: cortado en jarrito con edulcorante y una media luna. Me pongo el delantal mientras la vieja explotadora me amenaza con no sé qué cosa. Prendo la tele para no escucharla. La rubia del clima vuelve a anunciar treinta y ocho grados y mientras le sirvo el
desayuno al viejo jeropa y este aprovecha para mirarme el orto sin ningún disimulo, escucho sin querer la conversación de un tipo y una mina en la mesa dos. Hablan sobre la rubia del clima y semejante mini que no le tapa nada y si la cosifican o no la cosifican. Me pongo a secar vasos y me pregunto si la rubia del clima se vestirá así porque a ella le gusta o si sus jefes le dirán como a mí que así tiene que ser y si no qué van a decir los clientes. Se me cae un vaso. La vieja explotadora me caga a pedos delante de todos y dice que lo va a descontar de mi sueldo. Levanto los vidrios del piso con mi mejor sonrisa de “Necesito conservar este trabajo de mierda como sea” y me pregunto si a la rubia del clima le descuentan el día de trabajo cuando anuncia que va a hacer treinta y ocho grados y de repente hace cuarenta y dos. La tele me aturde. Creo que para eso la prendo. “Pasamos a las noticias: femicidio en barrio Oña. Una mujer asesinada a golpes por su ex pareja delante de su hijito de dos años”. Los de la mesa dos siguen discutiendo sobre la rubia del clima y sus mini faldas. Parece que es el tema del día. Desde la mesa tres me hace señas una doña con pinta de maestra. Paga el cortado con cien pesos y se niega a aceptar el vuelto. “Es mucha propina”, le digo. “Una colaboración, por lo del vaso”, me dice y se va y casi no me deja tiempo para agradecerle con mi primera sonrisa verdadera del día y de repente no sé por qué me acuerdo de mi seño de primer grado y se me pianta un lagrimón. Me seco las lágrimas con el delantal mientras pienso que soy una boluda y que seguro que me está por venir y escucho al viejo jeropa que me grita “Mamita, ¿me traés otro café?”
Y esta vez se lo digo.
Siempre lo pienso, pero esta vez se lo digo:
“Mirá viejo pelotudo, no soy ni tu mamá ni tu novia, así que andala cortando con lo de mamita traeme otro café”.
Me escucharon.
Me escuchó el viejo jeropa y me escuchó la vieja explotadora.
Llegadas tarde reiteradas, rotura de vaso, insulto a un cliente. Hoy me echan.
Camino por el centro sin rumbo fijo. Tiro el delantal en un tacho. Llego a la Cañada. Me gustan la Cañada y sus tipas, esos árboles con nombre de mina rea. Me saco las plataformas de quince centímetros y quisiera meter los pies en el agua. Disfruto de la extraña sensación de tener, por primera vez en cuatro años, una tarde libre. ¿Cómo será ser una tipa libre?
No lo sé.
Pero quizás sea una buena idea ir a la marcha.
Florencia Ordóñez nació en Córdoba el 8 de marzo de 1977. Es licenciada en cursillos de nivelación y posee un doctorado en abandono de carreras universitarias. Escribe, publica libros propios y ajenos desde el sello Malasaña Ediciones, hace stand up, coordina talleres de escritura; ha incursionado en la actuación y el teatro de títeres. También se ha desempeñado en varios trabajos decentes de los que fue oportunamente despedida. Políticamente se define como feminista silvestre y anarco-peronista.
Ilustración: Alulina
Agostina Rassetto, nacida en 1992 en San Francisco, Córdoba. Siempre sumergida en el mundo de la artesanía y trabajo manual, dibuja por placer, emprende con muñecos de tela y encuadernación, profesora de Artes Visuales en formación.
Córdoba Capital
Viva y libre me quiero
En 14, Jun 2018 | Sin comentarios | En Poesías | Por Noe
por exagerada me salvé
y porque había empezado a preguntarme
si no habría otra manera…
un día me agarró del cuello
fue la primera vez
no quise comprobar si la segunda
extremé los límites
observé lo tóxico
lo enfermo
dejé de contribuir
libré a su suerte
abrí la puerta
y me fui antes
C.
Camila García Reyna nació el 27 abril de 1987 y es cordobesa criada en Cruz del Eje y Arroyito.
Escribe sobre todo poesía. También juega y por eso publica libros y recita y lee, y participa de puestas teatrales y musicales, y coordina talleres de escritura y tejido para adultos, y de lectura y escritura lúdica para niños. Es Licenciada en Letras Modernas y apasionada por el mate y la comida deliciosa. Es un poco solemne, una pena, pero como se lo permite
también se divierte con eso.
En este espacio de amor habrá una porción de poesía que es una forma de aprender la paz, de reconocerse, de recordarse, de entregarse, de compartirse siendo. Un deseo de encontrarse en las hermanas, de respetarse, de estarse queriendo, de respirar lo que elegimos, confiadamente, un poco más alegres cada vez.
Ilustración: Sayi Paris Cavagnaro, nació en Mendoza en 1988, pero comenzo a crecer en Traslasierra, en un lugarcito llamado El Huaico, y de ahí siente que es.
Estudió Artes Plásticas en la UNC y dibuja y baila y hace visuales acompañando músicas y cuerpas..
Hoy sigue creciendo, entre viajes y esta Córdoba que nos une, entre estxs hermanxs con lxs que crea, entre esta fuerza feminista que nos obliga a revisarnos y deconstruirnos, entre estas líneas que no paran de brotar..
Inst: sayiyisa
Facebook: Sayi Ilustraciones y otras hierbas
¿Autoconocimiento?
En 05, Jun 2018 | Sin comentarios | En Invitadxs | Por Noe
En un primer momento, al intentar abordar el autoconocimiento, indefectiblemente nos encontramos con una serie de preguntas que, podríamos decir, nos adentran en las ramas de las reflexiones sobre nuestras existencias. Preguntas que a la vez, sus respuestas merecerían mucho detenimiento, posibilidad que excede este pequeño escrito. Pero bien, tan sólo para reconocerlas, podemos empezar por explicitar algunas de ellas: ¿qué conocemos cuando queremos conocer?, ¿Qué compone ese conocimiento? ¿Cómo ha llegado eso a ser parte del mismo? ¿Cómo conocemos? ¿Qué conocemos? ¿Qué es conocer?
Podríamos decir que todos los aspectos que componen nuestro lenguaje, han sido definidos de antemano por mediaciones y filtros discursivos, a partir de pujas de intereses que buscan significar los modos de estar y ser-en-el mundo, en cada contexto en particular. Por tanto, lo que conocemos, o creemos conocer, se remonta a construcciones sociales realizadas a través del tiempo que dotan de sentidos peculiares al movimiento en el mundo corpóreo de las ideas. Estructuras que hacen que nos remitamos a determinadas imágenes y representaciones cuando enunciamos esos pensamientos.
En nuestras sociedades latinoamericanas, signadas por los procesos coloniales que impregnaron nuestros saberes de concepciones nordatlánticas del mundo, de formas de estar-siendo atravesadas por el capitalismo y el patriarcado de alta intensidad, lo que tenemos a disposición para conocer está jerarquizado de acuerdo a intereses característicos de este tipo de cosmogonías forjadas al hielo del pensamiento dualista cartesiano y racional. En este sentido, para deshilvanar lo relativo al autoconocimiento necesariamente nos debemos retrotraer a la consideración del “auto”- “conociemiento”. Auto, como manera de designar a un individuo con connotaciones particulares, que, como propone este lenguaje, puede “conocerse” a sí mism*. Conocimiento que, como decíamos recién, es construcción social y subjetiva a la vez ¿Qué es el individuo? ¿Cuerpo- mente- persona? La escisión del pensamiento cartesiano característico del pensamiento preponderante de las sociedades occidentales, dista de otras concepciones que tienen lugar en diversas cosmovisiones, sobre todo la de los distintos pueblos indígenas y de países asiáticos.
El individuo propuesto en las sociedades denominadas occidentales, está fuertemente atravesado por la construcción del pensamiento médico científico de la biomedicina, que ha construido modos de entender el cuerpo y las personas en contextos sociales determinados.
Eduardo Menéndez (2009) llama Biomedicina a lo que comúnmente llamamos “medicina”, con el objetivo de especificar esta peculiar y hegemónica forma de comprender y actuar sobre los procesos de salud, enfermedad y atención. La misma surge como tal en Europa a partir del siglo XVIII, teniendo características particulares, historias, actores, disputas, intereses, etc. Como lo señala Michel Foucault en distintos trabajos (2000, 2003, 2008) es posible concebir la expansión de la biomedicina en concordancia con las necesidades de control social de las sociedades urbanas modernas, en pleno crecimiento. Así se observa a su desarrollo necesariamente correspondido con lo que las ciencias sociales han definido vastamente como la emergencia del sujeto moderno con sus peculiares representaciones del cuerpo, proceso que podemos ubicar a fines de siglo XVI y comienzos del siglo XVII, período en el que se asentaban las bases para el desarrollo del capitalismo industrial moderno. Aquí, la noción de individuo indiviso, auto-transparente, dueño de sí, centrado en sí mismo va a calar muy hondo sentando bases fundamentales de la cultura moderna occidental contemporánea; estando esta configuración del sujeto imbricada en la concepción binaria del mundo desde la cual se piensa y se vive la escisión mente/cuerpo.
Así, es en este marco en donde se escabulle la intención de que para definir a este sujeto ya no tendrá mucho sentido la relación con el conjunto. Él es en él mismo, coherentemente centrado en él y el cuerpo será la expresión privilegiada de la persona (Vigarello, 2005).
>La Biomedicina, en tanto saber y práctica supone que el sujeto o más bien, el cuerpo, que estudia y que cura, es el que venimos definiendo como “moderno”. Una materia biológica objetiva, mensurable y accesible. Consiguientemente con los planteos de Paul B. Preciado (2002), el presupuesto moderno del cuerpo se basa en la creencia según la cual éste entraña un grado cero o una verdad última, una materia biológica dada, la cual, de algún modo, determina muchas de las experiencias sociales de los sujetos, sobre todo en lo relacionado con su sexo y su género. Es a partir de este “grado cero” que la ciencia moderna afirma poder investigar y dar cuenta, como si esta fuese una tabla rasa, carente de significados, pre-lingüístico, pre-cultural, pre-tecnológico. Este cuerpo es, en términos de Roland Barthes (2010), un cuerpo mitológico: no tiene historia, su imagen está protegida y nos protege de la amenaza de cuerpos-monstruos, es el cuerpo que logra configurarse como el Universal, la unidad medida, el Uno, es el cuerpo tautológico ya que se define en sí mismo (“el cuerpo es el cuerpo”), no se explica –en términos de Barthes, verifica- porque es autoevidente, se explica en sí mismo. La imagen privilegiada de ese cuerpo es la del varón blanco, clase media y heterosexual.
De esta manera, la Biomedicina propone acceder al conocimiento de este cuerpo en tanto entidad biológica y neutral. Su objetivo es describirlo, analizarlo, medirlo, dar cuenta detallada y minuciosamente de él, sus profundidades y vericuetos misteriosos y oscuros, con el fin de curarlo y protegerlo de las enfermedades y patologías. Definiendo qué son y qué no son patologías, determinando el abanico de posibilidades dentro de lo que se considera curación y por tanto enfermedad. Todo este proceder se le es concedido a esta disciplina por haberse establecido como dominante con su notable ejercicio de poder, productor de “efectos de verdad” en torno a los cuerpos.
En este sentido, Thomas Laqueur (1994) afirma que el cuerpo de la Biomedicina es estable, ahistórico, sexuado, es el fundamento epistemológico de las afirmaciones normativas sobre el orden sociosexual. De este contribuye a pensar el sexo como una construcción histórica que se encuentra profundamente marcada por el poder político y androcéntrico del género.
En resonancia, Donna Haraway (1991) propone pensar la naturaleza como un tropos, es decir, como significando en contexto, situado. Es figura, construcción, artefacto, movimiento, desplazamiento. La naturaleza es un lugar común y una construcción discursiva poderosa, resultado de las interacciones entre actores semiótico-materiales, humanos y no-humanos. En relación a esto propone pensar la Biología (y lo hacemos extensivo a la Biomedicina) como un discurso, no como el mundo viviente en sí, al mismo tiempo que afirma que la Ciencia es un relato de matriz capitalista y androcéntrica.
La intención aquí es mantener la tensión que ofrece la materialidad expuesta del cuerpo con la tensión performativa que generan las representaciones de él, pensando a la producción de representaciones hegemónicas como funcional a las construcciones del poder.
En este sentido, retomamos las preguntas iniciales sobre el conocimiento, y por tanto, sobre el autoconocimiento, y le adosamos otra, de las tantas posibles: ¿quién conoce qué?
Conocerce a sí mism* es indudablemente un acto de reconocimiento del entramado social que también nos compone, nos hace y nos reformula de manera constante. Conocer la multiplicidad que nos recorre sería, ni más ni menos, que abrirnos a mareas de preguntas.
El acto de preguntar como una de las tantas formas privilegiadas de conocer el mundo. Quienes buscan darnos respuestas de qué somos, y cómo debemos vivir, contribuyen sólo a adosarnos particulares formas preestablecidas de conocer. Escarbar rebeldemente en las trayectorias que subyacen a es respuestas fijas, contribuye a reconocer que hay infinidad de saberes-conocimientos silenciados, inconmensurables. Comenzar a desentramar el ovillo nos permite aventurarnos en el transcurrir de la disputa por acceder a conocimientos subyugados, conocimientos emancipatorios que podemos crear y recrear, criando modos de relacionarnos que nos permitan arrebatar aquello que nos dicen que las cosas son como son, para desarmarlas y barajar de nuevo. “El” conocimiento, es meramente una de las tantas expresiones de “los” múltiples conocimientos- saberes que nos hacen conocer y recorrer los mundos de determinadas maneras. Por tanto, abrir brechas a ese “único” conocer- ejercicio de poder- es un acercamiento breve y sustancioso hacia componer el mundo que soñamos.
Agustina Molina nació en 1989. De niña vivió en Villas Ciudad de América, una localidad de las sierras cordobesas, donde la gente atesora el gesto antiguo y la mano caliente, como el pan de la tierra.
Es antropóloga, ama las estrellas, los caballos, el limón, el ajo y el ají. Le encanta la poesía, pintar y bailar. Confía profundamente en que la revolución será feminista y, en que junt*s con lucha y organización popular podemos derrotar la ofensiva neoliberal.
Ilustración: Federica Jachymiak Nació en la Ciudad de Córdoba, en el invierno de 1995. Cursó la Licenciatura de Escultura en la Universidad Nacional de Córdoba. Artista visual, dibujante, ilustradora, escultora, autodidacta en animación. Realiza trabajos individuales y grupales en diversos formatos y lenguajes artísticos. Feminista, disfruta de habitar en ferias, apuesta por la autogestión. Impulsada por el amor a la libertad, la bici, viajar, el mar y el entrecruce entre las artes.
Contacto: fede.jachymiak@gmail.com
Instagram: fd.jachymiak
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